miércoles, 13 de julio de 2011

Charla a mis costaleros; día 2 de julio, procesión de San Pedro Apóstol

Hace dos días, cuando cogí el bolígrafo y me dispuse a escribir algo para hacéroslo llegar hoy, fueron multitud de temas los que pasaron por mi cabeza. Que si hablaros de los kilos, del compañerismo, o de un sinfín de temas, en los cuáles, podría haber basado mi charla de hoy. Y es que si os digo la verdad, no sabía por dónde empezar. Supongo que cuando uno quiere decir tantas cosas, éstas, simplemente no te salen…
Hoy, yo os pido: que durante estas 4 horas que estará la procesión en la calle, recordéis que vosotros no sois unos cualquieras. Sevilla, y Sanlúcar en este caso, cuando un costalero se mete bajo unas trabajaderas, espera mucho más que una simple exhibición de fuerza; el pueblo, cuando ve a alguien con un costal bajo el brazo, entiende que “ahí va un artista”, los niños os admiran, e incluso levantan el faldón para ver cómo es el rostro del anonimato.
Quiero que aprovechéis este momento, que saboreéis cada instante que viváis de este maravillo mundo. Que el tiempo pasa rápido y, además, no pasa en balde.  Yo por ejemplo, siempre digo que ojalá pudiera volver a cuando tenía 10, 11 o 12 años y podía disfrutar de otra de mis grandes pasiones, que es el fútbol. Pues con la costalería pasa lo mismo. El tiempo pasa rápido, fugaz, y nadie sabe lo que nos tiene deparado el destino. Os aseguro que llegará el día en que digáis: “ ojalá volviera a atrás para ser de nuevo costalero”.
Por ello, os digo que aprovechéis y viváis al máximos estos momentos, porque hoy, hoy vosotros tenéis la oportunidad de hacer algo que sólo puede hacer el costalero; hoy tenéis la oportunidad de desafiar el poder de la madera, que es un poder vertical, incesante y hacia abajo, y todo ello, todo ello gracias a vuestra voluntad incansable de sudor cumplido, empujando hacia arriba; hoy tenéis la oportunidad de dejar hecho  el encargo que os encomendó Sevilla: llevar a Dios y  a su Santa Madre sobre vuestros hombros.
No olvidarse nunca Costaleros, que ustedes podréis cargar a Dios mismo. Y las vuestras, las vuestras os pido que sean espaldas que se alcen vivas y juntas, fuertes y valientes, sufridas y solidarias. Hoy ustedes tenéis el privilegio de pasear al Apóstol San Pedro por las calles de Sanlúcar, que aunque muchos no lo sepan, debido a la ignorancia y a la incultura generalizada de la sociedad, es de suma importancia. ¡ Recordad! “todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo”. Y ustedes, ustedes costaleros, os ganaréis el cielo con el sudor de vuestros hombros.
Señores, estoy seguro que hoy de nuevo, se verá el resultado de muchas horas de trabajo. Estoy seguro de que hoy Sanlúcar verá 50 costaleros por sus calles, 50 compañeros y 50 amigos bajo las trabajaderas. ¡Señores, no digo más! A disfrutar, y a vivir el mayor privilegio que Dios concedió al ser humano: EL SER COSTALERO.

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